La triste realidad





¿Qué más esperábamos?Si no era la excéntrica realidad, si ni siquiera somos nosotros mismo, sino imperfectos desconocidos que comparten lecho, ¿quizás?.
Que tristes y buenos recuerdos guardo en mi mente de lo que alguna vez fuimos pero sin llegar a ser; es decir tú,  yo una manta compartida, ambos con un buen libro, la chimenea de fondo y un MacBook reproduciendo música relajante, bueno relajante si tú consideras que David Bowie, Oasis o Nirvana lo son, pero sobretodo ese dulce chapoteo proveniente de la ventana puesto que ese día llovía y los dos sin pronunciar ni una palabra.Rollo de hipsters, ¿no crees? Tu eterna y pasional amor por el cine y mi incondicional amor a toda clase de arte nos hacía perfectos,bueno, es decir el uno para el otro.Ambos eternamente marginales, alejados del resto del mundo,que eras tú sin tu inseparable cámara cinematográfica del siglo pasado, y yo sin mi taza de té y mis desdeñosas insinuaciones sobre bueno ya sabes sobre que y mi fotografía.Realmente no éramos nada, pero como si lo fuéramos; que hacías tú conmigo, si en realidad eras y sigues siendo un fornido caballero con más de 5 neuronas en la mente,mientras yo era la triste damisela o mejor dicho la hermana fea, que paradoja más humillante.
Tú sabías mucho de todo y de todo un poco, esto te convertía en el perfecto sabelotodo porque eras consciente de tu pedantería, lo cual me resultaba bastante gracioso, incluso irónico porque siempre odiaste a ese tipo de personas.
Yo en cambio era aprendiz de activista , empedernida puesto que mis ideologías y principios condicionaban mi vida de principio a fin.
Lo que tú no sabías es que mientras tú estás sentado, yo estoy escribiendo esto porque quizás y es solo una triste suposición puede que te quiera, y puede que tú no a mi o no de la misma manera en la que yo lo hago.

Me conoces perfectamente, incluso mis manías como que:odio los números impares, o que adoro el sonido de las teclas al ser golpeadas con suavidad, mi eterna excitación al escuchar el sonido de la lluvia acariciar la ventana y que mi parte más sensible es el cuello; lo sabías todo de mi y aún así nunca fue suficiente para saber si llegaríamos más lejos; es decir todo esto está muy bien pero puede que me conozcas porque eres bastante observador.Me gustas pero no más que el chocolate o eso creo, quizás es al revés.
Qué debo esperar o más bien que se supone que tengo que esperar cuando estoy esperando,
puedes tú responderme a mis preguntas? Permíteme que lo dude.
 Quizás duele porque es cierto y eso es lo qué mas nos molesta, el tener miedo a lo inesperado,al porvenir pero¿qué más esperábamos? Si no era la excéntrica realidad, ni siquiera somos nosotros mismo, sino imperfectos desconocidos que comparten lecho, ¿quizás?.

Comentarios

Entradas populares